31/8/10

Juventud



La juventud no es una época de la vida; es un estado mental. No consiste en tener mejillas sonrosadas, labios rojos y piernas ágiles. Es cuestión de voluntad; implica una cualidad de la imaginación, un vigor de las emociones, es la frescura de las profundas fuentes de la vida. Juventud; es el predominio temporalmente del arrojo sobre la pusilanimidad de los apetitos, del ímpetu aventurero sobre el apego a la comodidad.
Esta actitud a menudo se encuentra más en un hombre de 60 años que en un muchacho de 20 años. Nadie envejece meramente por el número de años que ha cumplido.
Envejecemos cuando desertamos de nuestros ideales. Los años pueden arrugar la piel pero cuando se renuncia al entusiasmo, le salen arrugas al alma. Las preocupaciones, el temor, la falta de confianza en uno mismo, encogen el corazón y aniquilan el espíritu. Lo mismo a los 60 años que a los 216, en todo corazón humano palpitan el ansia por lo maravilloso, el constante apetito como de niño por lo que ha de venir y la alegría inherente al juego de la vida. En el centro del corazón - del tuyo y del mío - existe una estación de radio. Mientras recibas mensajes de belleza, esperanza, alegría, valor y fuerza, tanto de los hombres como del infinito seguirás siendo joven.
Cuando se abatan tus antenas, cuando las nieves del cinismo y el hielo del pesimismo cubran tu espíritu, entonces si habrás envejecido aunque sólo tengas 20 años. Pero mientras tus antenas sigan en alto, dispuestas a captar las ondas del optimismo hay esperanza de que mueras joven, aún cuando seas un octogenario.
Samuel Ullman

6/8/10

Tierras de Cristal

Había un hombre que partía, viajaba, y cuando regresaba, antes que él llegaba una joya, en una caja de terciopelo. La mujer que lo esperaba abría la caja, veía la joya y entonces sabía que iba a regresar. La gente creía que era un regalo, un valioso regalo por cada fuga. Pero el secreto era que la joya era siempre la misma. Cambiaban las cajas pero la joya no. Partía con el hombre, permanecía con él allá donde viajara, pasaba de maleta en maleta, de ciudad en ciudad, y después volvía atrás. venía de las manos de la mujer y a ellas regresaba, exactamente como el reloj regresaba a las manos del Almirante. La gente creía que era un regalo, un valioso regalo por cada fuga. En cambio, era lo que custodiaba el hilo de su amor en el laberinto de mundos por el que el hombre corría, como una grieta a lo largo de un vaso. Era el reloj que contaba los minutos del tiempo anómalo, y único, que era el tiempo de su amarse. Volvía atrás antes que él para que ella supiera que dentro de aquel que estaba a punto de llegar no se había roto el hilo de aquel tiempo. Así el hombre llegaba, al final, y no había necesidad de decir nada, de preguntar nada, ni de saber. El instante en que se veían era, para los dos, una vez más, el mismo instante.


Tierras de Cristal Alesandro Baricco

Imagen: Cristobal Toral



5/8/10

Silencio


“He aquí una palabra, "silencio", que el hombre ha inventado para expresar una realidad que no ha experimentado jamás, para describir lo que nunca ha conocido: porque todo en él y alrededor de él es un cúmulo de mínimos estruendos. Y la voz que sonó una vez no se pierde para siempre. La vibración de la onda sonora se expande y aleja, pero permanece eternamente”

Los renglones torcidos de Dios-T Luca de Tena