
La niña sólo tenía cuatro años, sus recuerdos, probablemente, ya se habían desvanecido y su madre, para concienciarle del cambio que les esperaría, la llevó a la cerca de alambre de espino; desde allí, de lejos, le enseñó el tren.
-¿No estás contenta? Ese tren nos llevará a casa.
-Y entonces ¿qué pasará?
-Entonces ya estaremos en casa.
-¿Qué significa estar en casa? –preguntó la niña.
-El lugar donde vivíamos antes.
-¿Y qué hay allí?
-¿Te acuerdas todavía de tu osito? Quizás encontremos también tus muñecas.
-Mamá, ¿en casa también hay centinelas?
-No, allí no hay.
-Entonces, de allí ¿se podrá escapar?
Istvan Örkeny
Imagen:Francesca Strino
Una maravillosa forma de festejar el día de la madre, has conseguido captar un flujo de amor y complicidad, excelente pastel.
ResponderEliminarBesos.
Me gustan los hogares en donde las emociones brotan en cada rincón.
ResponderEliminarTe visitaré a menudo. Aquí sé que encontraré lo que mi sensibilidad espera.
Si me permites te linkearé entre en mi Lsta de Blogs.
Un abrazo
Gracias Beatriz por linquearme, te lo agradezco
ResponderEliminar