...Uno envejece poco a poco, primero envejece su gusto por la vida, por los demás, ya sabes, todo se vuelve tan real, tan conocido, tan terrible y aburridamente repetido... Eso también es la vejez.
Cuando ya sabes que un vaso no es más que un vaso. Y que un hombre no es más que un hombre, un pobre desgraciado, nada más, un ser mortal, haga lo que haga...
Luego envejece tu cuerpo, no todo a la vez, no, primero envejecen tus ojos, o tus piernas, o tu estómago, o tu corazón. Envejecemos así por partes. Más tarde, de repente, empieza a envejecer el alma: porque por muy viejo y decrépito que sea ya tu cuerpo, tu alma sigue rebosante de deseos y de recuerdos, busca y se exalta, desea el placer.
Cuando se acaba el deseo de placer, ya sólo quedan los recuerdos, las vanidades, y entonces sí que envejece uno, fatal y definitivamente.
Un día te despiertas y te frotas los ojos, y ya no sabes para que te has despertado. Lo que el nuevo día te traiga lo conoces de antemano: la primavera, el invierno, los paisajes, el clima, el orden de la vida.
Ya no puede ocurrirte nada imprevisto: no te sorprende ni lo inesperado, ni lo inusual, ni siquiera lo horrendo, porque ya conoces todas las posibilidades, ya lo tienes todo visto y calculado, ya no esperas nada, ni lo bueno, ni lo malo... y esto precisamente es la vejez..."
El último encuentro, Sándor Marai
Cuando ya sabes que un vaso no es más que un vaso. Y que un hombre no es más que un hombre, un pobre desgraciado, nada más, un ser mortal, haga lo que haga...
Luego envejece tu cuerpo, no todo a la vez, no, primero envejecen tus ojos, o tus piernas, o tu estómago, o tu corazón. Envejecemos así por partes. Más tarde, de repente, empieza a envejecer el alma: porque por muy viejo y decrépito que sea ya tu cuerpo, tu alma sigue rebosante de deseos y de recuerdos, busca y se exalta, desea el placer.
Cuando se acaba el deseo de placer, ya sólo quedan los recuerdos, las vanidades, y entonces sí que envejece uno, fatal y definitivamente.
Un día te despiertas y te frotas los ojos, y ya no sabes para que te has despertado. Lo que el nuevo día te traiga lo conoces de antemano: la primavera, el invierno, los paisajes, el clima, el orden de la vida.
Ya no puede ocurrirte nada imprevisto: no te sorprende ni lo inesperado, ni lo inusual, ni siquiera lo horrendo, porque ya conoces todas las posibilidades, ya lo tienes todo visto y calculado, ya no esperas nada, ni lo bueno, ni lo malo... y esto precisamente es la vejez..."
El último encuentro, Sándor Marai

Pero que coincidencia, no lo puedo creer, yo hice una entrada el 15 de abril del 2008 de este mismo fragmento y lo ilustré con un cuadro de Hammershoi.
ResponderEliminarMe fascina Marai, tengo cada uno de sus libros, me faltan por leer dos de ellos.
Ya tenemos algo en comun, a mi tambien me encanta Marai
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