26/9/15

Tal como eras


Hoy entré al café de donde te llevaron
Entré a tomar un café
y a recordarte.
 Yo que en ciudades ajenas
he creído verte tantas veces
yo que he corrido tras de alguien que se volvía
hablando otro idioma
yo que he querido dormir interminablemente
para volver a soñar con vos
para volver a creer que estabas viva.

Yo hoy tuve terror de que vinieras
seis años después
a contarme que todo da igual
o que ahora un tipo te mantiene
o que la culpa fue nuestra.
Terror de que vinieras a decirme
como tantos
lo de la pobre loba, ya muerta, que fue la juventud.
 No sé cómo ni por qué
vivo
y vivo en esta ciudad
desde la que vos buscabas las ventanas adonde diera el
sol
en esta ciudad llena de carteles que mienten
de gente que habla de otra cosa
o se lo cree
en esta ciudad que cree que el sol se tapa con la mano.

Yo sigo buscando tus ventanas
y hoy entré al café adonde no vendrías
a tomar un café
sólo por recordarte, tal como eras.
Marta Vasallo

24/9/15

Bienvenido Otoño








"Todo mi cuerpo se siente
en este otoño
crepúsculo en la lluvia."
Tagami Kikusha

22/9/15

Se estan apagando las luces

Se están apagando las luces y las gentes salen en tropel
es ya la tarde, ha terminado el trabajo
el tropel se extiende por la plaza
figuras negras
y camino y sombras
se van apagando ventana tras ventana
la niebla se demora gris en los tejados
es primavera y calma
una tarde
sin embargo siguen saliendo las sombras en tropel
y la luz extiende por caminos y campos.

Günnar Björling
Imagen:Francesc Catalá Roca

20/9/15

Horarios nocturnos


Acostado a tu lado, oigo los trenes.
Cruzan mi frente sus fugaces luces
rasgando el horror tibio de esta noche.
La pausa de silencio me deja una luz roja,
una nota sobre este pentagrama
de cables y de vías oscuras y brillantes.
Acostado a tu lado,
oigo cómo se alejan con el ruido más triste.
Quizá me he equivocado no subiendo a uno de ellos.
Quizá el último acierto
sea -abrazado a ti-
dejar pasar los trenes en la noche
Joan Margarit

19/9/15

El Refugio

(…) subía a sollozar al punto más alto de la casa, junto a la sala de estudio, bajo los tejados, a un cuartito que olía a iris y perfumaba también un grosellero silvestre, crecido fuera, entre las piedras de la muralla, y una de cuyas ramas en flor entraba por la ventana entreabierta. Aquel cuarto, destinado a un uso más especial y vulgar y desde el que, durante el día, se llegaba con la vista hasta el torreón  de Roussainville-le-Pin, me sirvió durante mucho tiempo de refugio –seguramente porque era el único que me permitían cerrar con llave- para todas mis ocupaciones que reclamaban una soledad inviolable: la lectura, la ensoñación, las lágrimas y la voluptuosidad.
Marcel Proust.- Por la parte de Swann.

17/9/15

Ella te te esta Observando


Ella te está observando y te siente segura
detrás de tu sonrisa. Mira como levantas
con lentitud la taza de café,
la calma de tu holgado pijama blanco
al leer el periódico de la mañana.
La paz que siente es un reflejo tuyo,
porque le permitiste que tuviera
sus primeros recuerdos
en el lado tranquilo de esta casa.
Mira con avidez adolescente,
pero no sabe aún que se siente segura
porque nunca le hablas del armario
que no te atreverías a ordenar,
ni del disco que temes escuchar otra vez,
ni de cartas antiguas que no puedes quemar.
Al volver una noche
es posible que llegue a descubrir
dónde empieza la paz de la mañana,
qué fondo de renuncia tiene a veces,
y de derrota siempre, nuestra calma.

Joan Margarit

14/9/15

Camiano entre rostros

Por el mundo camino entre los rostros 
buscando el tuyo,

entre sombras que no hace tu cuerpo,

entre besos que no ofreces,

bajo nubes que no te acompañan;
y cuando abro los ojos

al despertarme 
es como si me hubiese caído de la tierra.
Carilda Oliver
Imagen :James Maher

12/9/15

El aire de Paris


Hay electricidad en el aire de París en los atardeceres de octubre, a la hora en que va cayendo la noche. Incluso cuando llueve. No me entra melancolía a esa hora, ni tengo la sensación de que el tiempo huye. Sino de que todo es posible.
Patrick Modiano

Imagen: Odel

7/9/15

El Refugio


Sí, aquella librería no fue sólo un refugio, sino, además, una etapa de mi vida. Muchas veces me quedaba hasta la hora de cerrar. Había un asiento junto a las estanterías o, más bien, una escalerilla de cierta altura. Me sentaba en ella para hojear los libros y los álbumes ilustrados. Me preguntaba si el dueño era consciente de mi presencia. Al cabo de unos días, sin dejar la lectura me decía una frase, siempre la misma: ¿Qué? ¿Encuentra algo que la haga feliz?".
En el café de la juventud perdida, Patrick Modiano

4/9/15

Entresuleo


"Esa mujer y yo estuvimos pegados con agua.
Su piel sobre mis huesos
y mis ojos dentro de su mirada.
Nos hemos muerto muchas veces
al pie del alba.
Recuerdo que recuerdo su nombre,
sus labios, su transparente falda.
Tiene los pechos dulces, y de un lugar
a otro de su cuerpo hay una gran distancia:
de pezón a pezón cien labios y una hora,
de pupila a pupila un corazón, dos lágrimas.
Yo la quiero hasta el fondo de los abismos,
hasta el último vuelo de la última ala,
cuando la carne toda no sea carne,
ni el alma sea alma.
Es precioso querer. Yo ya lo sé. La quiero."



Jaime Sabines
Imagen.:Santiago Carbonell

1/9/15

Los cuerpos celstes

“El frío de la noche enardecía nuestros abrazos, los suspiros se estrellaban en el edredón, y ante mí se agrandaban aquellos ojos apenas perceptibles, la nariz que se frotaba contra la mía. En medio del silencio nos susurrábamos promesas increíbles, niñerías absurdas, declaraciones tópicas de puro repetidas que reverberaban en múltiples vibraciones, y el tiempo se nos iba en hacer y deshacer la cama. La hice para ella alguna vez, tras descubrir un juego de sábanas de vete a saber tú de quién habría heredado, y le enseñé lo que era un embozo, algo desconocido en aquella tierra tan amiga de los edredones. Opinó que aquello era como un sobre, un sobre diseñado para guardar tesoros. Yo era un tesoro, supongo, desnuda y pura como un recién nacido, acogida en la frialdad y la blancura de las sábanas, en un útero de tela, y ella compartía conmigo aquel refugio, patinando hacia mí a través de la llanura de hielo resbaladizo que era la ropa de cama que yo había tendido y estirado. Deslizándose en mi búsqueda, chocaba en lo oscuro, de pronto, y yo sentía su piel en contacto con la mía. Brotaban chispas eléctricas. Ella susurraba arrastrando las palabras con su voz anaranjada y me contaba las cosas que iba a hacer conmigo. Me hacía reír y mis gorjeos rebotaban en la bóveda de lienzo que me cubría entera. Y entonces sentía como entraba en mí, un ataque luminoso que alumbraba las sábanas. Buscaba con mi lengua la huella de su lengua, hundida en mis salivas.”
Lucía Etxebarria-Beatriz y los cuerpos celestes