...no sabía que mis besos eran como ojos que empezaban a abrirse más allá de ella, y que yo andaba como salido, volcado en otra figura del mundo, piloto vertiginoso en una proa negra que cortaba el agua del tiempo y la negaba.
"Te quiero... gracias porque vives, porque ayer me dejaste tocar tu luz más íntima y porque dijiste con tu voz y tus ojos lo que yo esperaba toda mi vida".
No puedo hacerte comprender, ni a ti ni a nadie, lo que pasa en mi interior. ¿Como explicarte por que me ocurre todo esto?. Ni siquiera puedo explicármelo a mi mismo. Pero tampoco esto es lo principal, lo principal es muy claro: me es imposible vivir una vida humana entre los hombres”
Podrías hundirte de un solo golpe en la nada,
adonde van los muertos: yo me consolaría si me dejaras tus manos en
herencia. Sólo tus manos subsistirían, separadas de ti, inexplicables
como las de los dioses de mármol convertidos en polvo y
cal de su propia tumba. Sobrevivirían a tus actos, a los miserables
cuerpos que han acariciado. Entre las cosas y tú no harían ya de
intermediarias: ellas mismas se transformarían en cosas."
¿Has probado el sabor a madrugada? Sí, ese que parpadea en el estomago, cuando recuerdas las caricias regaladas a tu amante hoy furtivo al descubierto. La madrugada sabe a café en la misma taza, suena a cucharillas amarillas, desparejadas, heredadas de extraños, que vigilan la sala en marcos de cerezo.
Huele a tu aroma en las arrugas de mi pelo, en el dorso de mis muñecas, en el beso tierno sobre la palma de mi mano. Me sonríes y te comes mis labios, abro mis muslos y me siento en tu sorpresa, cierro tus párpados con los míos para que no veamos terminar estas horas fugaces, de madriguera...
Y los primeros rayos impregnan las copas que bebimos ayer, sin agotar el deseo, ese licor traicionero, dueño y señor de nuestras voluntades, amigo fiel de nuestras añoranzas.
Pero esta mañana la melancolía , me esperará fuera, cuando traspase el umbral de mi casa, y descanse abrazada a estos tiernos recuerdos. Marta Alberca. Imagen : Victor Perez
Me persigue tu olor, me persigue y me posee. No es este olor un perfume sobrepuesto sobre ti, no es el aroma que llevas como una prenda más: es tu olor más esencial, tu halo único. Y cuando, ausente, mi vacío te convoca, una ráfaga de ese aliento me llega del lugar más tierno de la noche. Yo huelo a ti y tu olor me impregna después de estar juntos en el lecho, y ese fino aroma me alimenta, y ese aliento esencial me sustituye. Yo huelo a ti.