Algunas tardes de domingo tienen
los ojos tristes.
Es como si en ellas
se hubiera detenido la vida para siempre.
Lirios azules, pensamientos,
silenciosa enredadera de las madreselvas;
las humildes flores de la estación tiemblan.
Un tren se pierde borroso en la lejanía
y es la imagen de un tiempo que no existe;
un cuadro, una inquietante eternidad.
Otro silba y pasa como el vértigo.
El universo se precipita en su abismo.
Pero los rostros de los viajeros
no se inmutan, todo parece irreal,
extrañas figuras
en un tren absurdo como la vida.
Y dan pena los campos, su verde esplendor
como dispuesto para algo, algo hermoso,
algo feliz. Da pena el verde solitario.
Y nadie sabe qué luz extraña se posa en las paredes.
Y nadie sabe 1o que busca en esas tardes,
ni la razón de su maniática tristeza.
Y nadie sabe por qué
le ahoga su corazón sin nadie.
Angeles carbajal