Menos mal que no lo estás viendo, Ignacio Fernández Muñoz pensaba en su padre, hundido, las mejillas consumidas, la barba descuidada, los ojos muertos, negándose a comer, bebiendo agua a sorbos muy pequeños, la última noche que cenaron juntos, cuando le dijo que le daba vergüenza irse. Menos mal que te fuiste, papá, Ignacio no podía pensar en otra cosa, menos mal que no estás viendo esto, que no lo oyes, que no lo sientes, que no lo sabes, el verdadero desastre, la verdadera derrota, la verdadera y última e insoportable vergüenza, menos mal que te fuiste, papá... Y todavía faltaba lo peor. De lo peor no se enteraron hasta el día siguiente". [...]"Ignacio gritaba con los labios cerrados, cerrados los ojos y los oídos al clamor de una multitud de silencios idénticos.
Mi familia paró al fascismo. Lo que no pudo Roma, lo que no pudo Berlín, lo pudimos nosotros, los Fernández Muñoz. Nosotros paramos al fascismo en el frente de Usera, en la Moncloa, en la Universitaria y en el comedor de nuestra casa, «La cocinera leal», mayonesa sin huevo, bechamel sin harina, carne sin carne y aquellos consejos que mamá leía en El Socialista, hay que comer muy despacio, masticar mucho cada bocado, así se engaña al estómago, hacedme caso... En otras ciudades no hacía falta engañar al estómago. En otras ciudades había comida, él la había visto, fruta, y lechugas, y bollos. En los mercados de Valencia había bollos, y en el frente de Aragón, una liga de fútbol, eso contaban, que los soldados jugaban al fútbol porque se aburrían. Es aburrido estar en una guerra y no luchar, él lo sabía, pero en Madrid hasta el aburrimiento era distinto, tenso, sombrío, peligroso. Al novio de mi hermana lo mataron por aburrirse, porque no podía divertirse jugando al fútbol. Nuestras mujeres se aburrían en la cola de la leche, en la cola del pan, en la del carbón, pero aquí eso no era más que otra manera de luchar, porque había que luchar y se luchaba, sin parar, sin cansarse, sin quejarse, y todo para esto... Menos mal que no lo estás viendo, papá, menos mal que no lo estás viendo, mamá, porque no os lo merecéis, no nos lo merecemos, Madrid no se merece un final como éste, tan sucio, tan feo, tan triste y tan indigno, y sin embargo, mejor estar aquí que ahí fuera.
Almudena Grande
1 comentario:
Lo he leído en verano, me gustó mucho.
Saludos y Feliz Año Nuevo
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