“¿Para qué vivimos, si el viento tras nuestros zapatos ya se está llevando nuestras últimas huellas?”.
Viena, a principios del siglo XX. El imperio austrohúngaro se encamina a su inevitable fin, pero aun no está muerto y posee todavía la capacidad de dar unos últimos coletazos; la ciudad del Danubio se resiste a una decadencia que lleva inscrita en su propia existencia y reluce aun con la gloria y el esplendor de la cultura. Es en ese entorno donde conocemos a Jacob Mendel, un librero, permanentemente instalado en su mesa del café Gluck, insólito personaje que sorprende a propios y extraños con su enciclopédico conocimiento del mundo de los libros y su total aislamiento del mundo real. Indiferente a cualquier motivo de distracción, es capaz incluso de ignorar una guerra que cambiaría la concepción del mundo; acusado por mantener correspondencia con “potencias enemigas” –cuando lo que hacía era escribirse con sus corresponsales-, es desterrado de su mesa del café y encerrado en la cárcel, confirmando las autoridades competentes aquel extremo de que, en la guerra, el peor enemigo es el traidor; o el sospechoso. Es un destierro momentáneo, pero de una importancia tal que acaba afectando a un equilibrio que no se suponía tan frágil. Aclarado el caso, regresa a su mesa del café, pero no lo hace indemne: ha sido derrotado por esa vida de la que él mismo se había excluido, y ya nada es lo mismo porque “Mendel ya no era Mendel, como el mundo ya no era el mundo”.
"Mendel el de los libros es un librito delicioso, escrito con el mimo y la elegancia que caracterizan los retratos vieneses de Zweig."
Es un breve relato de rápida y apasionada lectura recomendable para cualquier persona que sienta aprecio por el género humano. Altamente recomendable
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