Asi, con la playa vacía, las olas se vuelven imponentes, son ellas solas las que gobiernan el paisaje. Veo ese mar implacable, desolado, tan orgulloso de su espuma y de su coraje, apenas mancillado por gaviotas ingenuas, casi irreales, y de inmediato me refugio en una irresponsable admiración. Pero después, casi en seguida, la admiración se desintegra, y paso a sentirme tan indefenso como una almeja, como un canto rodado. Ese mar es una especie de eternidad. Una presencia móvil pero sin vida. Una presencia de olas oscuras, insensibles. ¿Y si el mar fuera Dios? También un testigo insensible. Una presencia móvil pero sin vida.
La Tregua - Mario Benedetti.
Imagen:Carlos Cárrega O'Dena.
2 comentarios:
Divino Benedetti, fuerte como escribe sobre el mar.
Un abrazo
Mucha belleza en tu casa encontramos hoy, y la verdad es que siempre, dan mucha armonía tus post amiga.
BSS
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