Me voy leve, en silencio, como el atardecer,
poco a poco, sin prisas, en busca de tu ausencia,
arrastrando mi pena transformada en querencia
de ese amor sin retorno, anhelo del ayer.
Los recuerdos persisten, no se olvida el querer,
ni se olvida ese ansia convertida en demencia,
sin poder eludirla, presa de la conciencia,
no aceptando la causa, sabiendo sin saber.
Me perderé del todo, sin rastros y sin huellas,
fundida en la mañana desapareceré
pasando a formar parte del cielo y las estrellas.
Quizás en tus recuerdos por siempre viviré,
y si estás solo y triste me verás en aquellas,
cumpliéndose los sueños, el sueño que soñé.
Sofía Martínez Avellaneda
1 comentario:
Triste y emotivo poema. Me ha gustado. No quisiera reflejarme en él.
Un abrazo
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