Sólo vivimos
para el instante en que admiramos
el esplendor del claro de luna,
la nieve, la flor del cerezo
y las hojas multicolores del arce.
Gozamos de día excitados por el vino,
sin que nos desilusione la probreza
mirándonos fijamente a los ojos.
Nos dejamos llevar
-como una calabaza arrastrada
por la corriente del río-
sin perder el ánimo ni por un instante.
Esto es lo que se llama el mundo que fluye,
el mundo pasajero.
Asai Ryoi
Imagen: Willian Turner
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