Te esperé con la sangre detenida
sobre el silencio en ascuas de tu ausencia.
Te esperé soportando la existencia
como un lebrel al pie de tu partida.
Te esperé casi al borde de la herida
y a dos pasos no más de la demencia.
Te esperé en la angustiosa transparencia
de aquella noche en el reloj vencida.
Pero que inútil la mortal espera:
Sin pensarlo cité la primavera
cuando el invierno helaba mis rosales.
Y hoy que casi olvidaba tu presencia,
me estoy enamorando de tu ausencia
a través de mis propios madrigales.
Jorge Robledo Ortiz
Imagen:Anselmo Bucci
4 comentarios:
Una espera que rasga el alma.
Precioso post con una pintura divina también.
Preciosa pintura, hermoso poema.
Saludos
Si la verdad es que es desgarrador Carla,pero la vida tambaien tiene momentos desgarradores como el poema
Me conmovió mucho. Gracias por compartirlo.
Patricia
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