No parece la misma que enamoró al invierno
aquella que en junio se desnudaba ante el arroyo
la que hacía pan al rescoldo y soñó siete hijos
olisqueando tierra húmeda y viento sur
y al anochecer tendida cara al cielo lloraba
lunas nuevas en su tristeza
antes de romper amaneceres de humo y leña.
No parece la misma sombra esa mujer grisácea
apagada en tiempos y señales.
La que se despide con un rostro de pergamino
ajado y lluvioso de ausencias.
No parece ser la misma
que sentada,
espera.
Diana Poblet
3 comentarios:
Duras se hacen las esperas...siempre.
Hay personas que pasan la vida esperando, y debe de ser muy triste.
Me gusta leer tu blog, me siento como en casa, silencio, calma, arte, literatura...
Bellos momentos...
Esperas grises tirando al negro. Esperas desesperadas y sin esperanza...
Besos,
Si una espera sin llegada es lo mas triste que hay
Abrazos
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