El tiempo acaba siempre borrando las heridas. El tiempo es una lluvia paciente y amarilla que apaga poco a poco los fuegos más violentos. Pero hay hogueras que arden bajo la tierra, grietas de la memoria tan secas y profundas que ni siquiera el diluvio de la muerte bastaría tal vez para borrarlas. Uno trata de acostumbrarse a convivir con ellas, amontona silencios y óxido encima del recuerdo y, cuando cree que ya todo lo ha olvidado, basta una simple carta, una fotografía, para que salte en mil pedazos la lámina del hielo del olvido-
La lluvia Amarilla--Julio LLamazares
3 comentarios:
Nada o casi nada queda en el olvido absoluto...
Besos,
El tiempo cura las cicatrices del olvido...pero duele el recuerdo.
!Feliz Navidad!
Un cálido abrazo
E verdad Carmen hay cosas y recuerdos que que nunca se olvidan, quedan hay en un rinconcito
Gracias
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