“Dejó de columpiarse,
movió cansada y lentamente las manos finas y delgadas.
En la primavera de abundante rocío y escasas flores
un ligero sudor empapó sus livianos vestidos.
Al ver venir al invitado huyó corriendo en calcetines,
y la horquilla de oro se desprendió de sus cabellos.
Le pasó por delante, vergonzosa,
pero, apoyada en el umbral, volvió el rostro hacia él,
y sintió el olor de la ciruela verde.”
Li Qingzhao
Imagen:Patricia Villuendas Ostariz
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